jueves, 12 de noviembre de 2009

Vida de infancia

Vida de infancia

Podés empezar como quieras? Cómo quiera? Sí, si, como vos quieras. Es más, podés hacer lo que quieras. Aquí no hay reglas. No hay parámetros. No hay topes. No hay censuras, críticas, reprimendas. Podés contar tu historia como vos quieras. Porque es tu historia. Es tu vida.

Qué difícil entender que se puede hacer lo que uno quiera sin limitaciones y sin culpas. Y sin riesgos.

Quinto grado. Comedor escolar. En la mitad del almuerzo a Juana le acercan una carta. Estaba escrita con letra chiquita y en lapicera pluma con algunos manchones y algunas palabras tachadas. Tal vez el autor se iba arrepintiendo y cambiaba de idea mientras la escribía. Sólo una niña, diez años de edad. Llena de vida, pura luz, derroche de inocencia, tal vez un poco más de ingenuidad. Todos los sueños por cumplir sin siquiera darse cuenta. Juana era Juanita en su casa y Juani en la escuela. Tenía esa carta entre sus manos y ni siquiera sabía que hacer con ella. Se sonreía y hasta le salía una risita de nervios. Qué se suponía que tenía que hacer. Responderle? La tomaba de sorpresa. No se lo esperaba. La carta se la había dado una de las nenas del “B”como le decían a la otra división porque ella era del “A”. La carta se la había escrito Pancho que era del “B”. Pancho no era cualquier chico. Era el más revoltoso de la escuela; el que todas las maestras retaban porque siempre hacía travesuras e impulsaba a sus compañeros varones a seguirlo. Pancho era algo así como el líder del “B”. Esa clase de líderes que a Juani le trasmitían rechazo porque según ella “se portaba muy mal”. Hasta llegaba a avergonzarla que él se fijara en ella. Sí, le daba vergüenza. Ella que era tan juiciosa para sus diez años ―como le decía la abuela―. Justo Pancho le enviaba una carta de amor. No era una carta cualquiera: le pedía ser la novia. Qué iba a responderle? La verdad, no estaba entre sus planes. Lo consultó con sus amigas y entre secretos y risas decidió contestarle que ella no lo conocía y que para ser la novia tenía que conocerlo bien. Con esa madurez se tomó el asunto así es que escribió la carta la dobló en forma de sobre, del lado de afuera escribió Pancho y al otro día en el comedor se la entregó a la misma chica que le había dado la propuesta de Pancho. Juani quiso mirar de reojo la cara que ponía Pancho mientras leía la carta pero no pudo ver toda la secuencia ya que tenía que hacerlo muy disimuladamente.

Pancho tomó rápidamente la carta, se encorvó un poquito y tomó en sus manos la hoja de carpeta por lo bajo. La leyó junto con un amigo; algunas frases en voz baja, otras para a dentro. Se sonreía y se ponía serio. Finalmente la terminó e hizo como si no le importara, siguió jugando y haciendo chistes con sus compañeros de la mesa como si nada hubiera sucedido. Pancho era muy orgulloso. Su ego infantil no aparentó ni un matiz de ruptura.

Juani sólo alcanzó a ver un instante en el que él leía la carta con su amigo y la próxima vez que lo miró fue mientras él jugaba a las escondidas con sus amigos del comedor. Menos mal, ya estaba superado el asunto.

Sexto grado. Salida del colegio: revuelo de guardapolvos blancos. Juani se fue para el lado contrario del de sus amigas y empezó a caminar sola. De pronto, le tocan el hombro. Cuando se da vuelta está Fabiana una chica del “B”: “Dice Pancho si querés ser la novia”. Juana se sonrió y miró

para abajo. “Decile que sí” Se dio vuelta rápido y caminó en dirección a al casa de su padre. Cuando llegó, se encerró en el baño con el teléfono inalámbrico llamó a su amiga Karina para contarle lo que le había pasado. Ella reaccionó con enojo: “Y qué le vas a decir?” le preguntó su amiga. “Que no”, mintió Juanita.

Día 7 de junio

Hoy a la salida Pancho me dijo si quería ser la novia. Yo le dije que sí.

Al otro día, en el recreo, se enteraron sus amigas, entre ellas Karina que se enojó muchísimo por el doble discurso de Juani, los amigos de él. Pero a Juani no le importó. A ella ahora lo unico que le interesaba era que era la novia, sí, la novia de Pancho Pul.

Pancho Pul era el chico más “liero” de la escuela pero también el más demostrativo, el más cariñoso. Su mejor amigo y las dos mejores amigas de ella se reunieron en el segundo recreo e hicieron un simulacro de casamiento en el que los enfrentaban y les preguntaban si se aceptaban como novios. ¡Qué vergüenza tenía Juanita! Pero qué felicidad experimentaba al sentirse cortejada. Pancho sonreía y demostraba ser muy ocurrente y extrovertido. Los amigos de ambos aprovechaban, total ellos no eran los implicados. Y seguían con las ceremonias, historias y propuestas.

Día 8 de junio

Día de las Malvinas. Fui al colegio y me puse mi jogging nuevo…

PANCHO

Ya todo el grado de Juanita sabía que era la novia de Pancho y de a poco se fueron acostumbrado a la idea. También las maestras y hasta los padres en la casa.

En un recreo largo, María, la mejor amiga de Juani arregló con Federico, el mejor amigo de Pancho que los cuatro se encontrarían en la salita que quedaba al costado del comedor. Era una sala de aproximadamente dos metros por dos. Oscura, sólo entraba un halo de luz por un ventilete cerrado porque hacía frío, era pleno invierno. Juanita bajó hasta allí con las orejeras de peluche violeta, la campera de corderito y casi a los empujones con su amiga María. Pancho y Federico ya estaban allí. El plan era darse el primer beso. Todo lo arreglaron entre los dos amigos de ambos. Le

dijeron a Pancho “dale un beso a Juanita”. Ella cerró los ojos y él se lo dio rápido. Fue como si el tiempo se detuviera en ese preciso instante. Juanita sintió un escalofrío que le atravesó el cuerpo de los pies a la cabeza y un fuego que le incendiaba la cara. De repente sintió la presencia insoportable de las orejeras, la campera con corderito, todo estaba de más. La cara se le había tornado colorada. Se reían nerviosos. Ella miró para abajo. Los amigos le dijeron “Ahora vos dale uno a él”. Ella prefirió dárselo rápido antes de que la envolviera la timidez. La sonrisa y entusiasmo de Pancho fueron inmediatamente visibles. Sonó el timbre. Salieron corriendo antes de que alguien los descubriera en aquel lugar prohibido.

Día 14 de junio

Hoy fui al colegio

Amo a Pancho y lo quiero con toda mi re-alma…

Juanita no lo podía creer. Se sentía más grande, más importante. Había tenido su primer beso. Su primer beso con su novio. Qué feliz se sentía. Con el paso del tiempo se iba enamorando más de él.

Día 23 de junio

Hoy es un día muy alegre para mí les voy a contar porque:

¡ME LLAMÓ PANCHO!

Hablamos un tocazo e todo y me sentí re- bien me contó de todo y yo lo mismo de todo de nosotros

Un beso feliz: Juana

Compartían juegos, recreos, conversaciones, charlas por teléfono, cartas, regalos. Un día Pancho la invitó a almorzar a su casa para que su mamá la conociera. Pero Juana inventó una excusa para no ir porque le dio vergüenza. Alguna que otra vez alguien se metió en el medio y por un mal entendido se pelearon. Muchas veces era porque Pancho le daba celos con Irene una compañera de él que físicamente se parecía mucho a Juana. Pero esta vez, Pancho la esperó en la vereda de enfrente de la parada del colectivo con una rosa en la mano y una carta de amor. Todo se arregló. Pancho estaba acompañado por un amigo. Pancho era así se sentía más seguro con alguno de sus amigos, siempre con algún intermediario. Juanita era muy tímida cuando había otras personas pero cuando hablaban por teléfono le abría más su corazón. También en las cartas que le escribía y sobre todo se confiaba con el diario íntimo.

Día 30 de junio

Me peleé con Pancho y los dos nos pusimos a llorar, pero después nos arreglamos y el me regaló una rosa ¡Es un amor!

Juani.

Día 3 de julio

Me desperté. Hoy hace un mes que soy la novia de Pancho.

------------------------------------------

Día 5 de julio

Juana y

Pancho

Como Juanita estaba bastante tiempo con Pancho, él se hizo muy amigo de las amigas de Juani.

Día 10 de julio

Fui a ver Aladín. Es una película re linda y después fui al Alto Palermo con María y

Pancho

Día 20 de julio

Según la madre: ¡Pancho vuelve de San Pedro! Hoy llamé a Pancho pero al final vuelve mañana a las 17.30 hs o a las 18 hs. Ahora me voy a catecismo.

Día 21 de julio

Llamé (yo) a Pancho y no pude hablar mucho porque la madre le dijo que cortara.

Ella era un poco celosa y él todavía más. Siempre sospechaba que ella gustaba de un chico del “A”. Por ese motivo, una vez se enojó y se pelearon. Se mandaron a decir por sus amigos que terminaban y dejaron de salir. Juani sufrió mucho porque ella ya estaba enamorada de él y tenía que verlo todos los días en la escuela. El seguía hablando con sus amigas y demostraba que no le importaba lo que estaba ocurriendo. En los recreos él corría por los pasillos y seguía su vida normal. Continuaba la relación con sus amigas, hasta podía estar en los mismos grupos en los que ella estaba. Ella se sentía dolida pero con corazón maternal de niña lo disculpaba.

Una mañana faltó la maestra del “A”, entonces tuvieron que compartir la clase de Ajedrez en el salón del “B” las dos divisiones juntas. El grupo de amigas y amigos de Pancho no jugaba partidos y la invitaron a Juani a unirse a un juego. Era el clásico “Verdad y Consecuencia”. Consistía en elegir la opción “Verdad” que significaba que la que dirigía te hacía una pregunta y tenías que responder la verdad. “Consecuencia” implicaba cumplir una especie de prenda. Josefina dirigía al grupo. Le tocó a Juani que eligió “Verdad” por miedo a la famosa prenda. La pregunta fue: Volverías a ser la novia de Pancho? Juanita respondió que no sabía. Cuando le tocó a Pancho le hicieron la misma pregunta a la que respondió que tampoco sabía. La proxima pauta fue “Dense un piquito” y así fue. Terminó la hora y mientras Juani formaba en la fila para salir, las compañeras de Pancho le dijeron “Mirá como quedó Pancho luego del beso que le diste”Cuando Juani se dio vuelta Pancho estaba tirado en el piso haciéndose el desmayado. A Juanita le pareció un gesto de lo más audaz y tierno. Nunca se lo dijo. Desde ese día de septiembre volvieron a ser novios y se dieron cuenta que se habían peleado por pavadas pero más que nada por culpa de la amigas de Juana. En especial por culpa de Karina que en el trascurso que no fueron novios intentó ella ponerse de novia con él. Juana entendió por qué se había ofendido tanto por su “doble discurso”. Pero ahora todo aquello había quedado atrás y a Juana lo unico que le importaba era que Pancho era su novio nuevamente, que le escribía cartas de amor, grababa las bandejita de alumno del comedor con corazones y los nombres de los dos, le dedicaba las canciones de Tanguito y con las melodías de “El amor es más fuerte” y “El amor después del amor” de Fito Paez el amor entre los dos niños crecía.

Hasta que un medio día todo se derrumbó. Un corte involuntario partió la historia en dos. Nada volvió a ser igual. Ese mediodía Juani no se quedó al comedor porque tenía que ir al dentista. Cuando regresó justo para empezar el turno tarde, sus amigas, entre ellas Karina, le dijeron que Pancho no quería ser más el novio de ella.

Juanita sintió que se le venía el mundo abajo y no entendía a qué se debía la decisión de Pancho. Se largó a llorar terriblemente hasta el punto de tener que pedirle permiso a la maestra para ir al baño. Esa tarde al finalizar el día las maestras como siempre, hicieron formar a los dos grados

juntos y Pancho entre juegos y risas con sus amigos esquivó a Juanita y notoriamente se fue al final de la fila. Juanita entendió que ni siquiera quería verla. ¡Cómo lloró al llegar a su casa! Se tiró en la cama y no encontró consuelo. Realmente estaba muy triste. Y así terminó el año. Esquivando la cercanía de Pancho y Pancho la de ella. Era tal la tristeza que Juanita pensó en cambiarse de colegio y terminar el primario en su escuela anterior. Al final no fue posible.

Séptimo grado. Juanita y Pancho seguían en la misma escuela. Los encuentros y desencuentros continuaban. Juanita tenía que disimular todo el tiempo y hacer de cuenta que Pancho ya no le interesaba. Sin embargo cuando estaba sola en su casa pensaba mucho en él, le escribía cartas y hasta tenía diálogos y encuentros imaginarios con él. Realmente no había superado esa ruptura. Nunca entendió a qué se debía. Mientras tanto sus amigas seguían siendo las amigas de él y él estaba mucho con aquélla Irene que hacía hervir de celos a Juani. Compartían actos de l colegio, cumpleaños, asaltos, hasta el juego del semáforo y la botellita. Juanita tenía que inventar algo para olvidarlo y al mismo tiempo para disimular que ella seguía enamorada de Pancho entonces dijo que le gustaba Emiliano. Le hicieron gancho con Emiliano (hasta Pancho colaboró en el asunto) y en el viaje de egresados se puso de novia con él. Emiliano no le gustaba. Era feo para ella, era bruto, descuidado, mal alumno, torpe, hasta sucio. Ni ella entendía por qué había inventado eso y luego no sabía cómo salir de ese brete. Menos mal que nadie los forzó a que se dieran un beso y que la relación no duró más que dos días del viaje de egresados. Una vez en Buenos Aires, todo se terminó. Menos mal. Ella seguía teniendo noticias de Pancho por los amigos en común y lógico, le seguía interesando. Le seguía gustando. Lo seguía queriendo.

El verano terminó y Juana empezó el colegio en otro barrio, más cerca de la casa de su madre. No volvió a a ver a los chicos del primario. A ninguno. Nunca más se vinculó con ellos. Tenía recuerdos muy dolorosos dentro de los cuales no quería hurgar. Así es como decidió encarar una nueva vida en un nuevo barrio, una nueva escuela, con viejos conocidos y un mundo por delante por conocer. Pancho había pasado a ser sólo un recuerdo de la infancia. Nada más. Ya no lo recordaba. Estaba muy entretenida con su nueva vida. Hizo el colegio secundario: primer año, segundo año, tercer año, cuarto año, quinto año.

Quinto año del secundario. Mitad de año. Recibe un llamado inesperado. Era Débora, una compañera del “B” con la que nunca había sido amiga pero con la que siempre se había llevado bien. Le dijo que estaba cambiando los números de la agenda, encontró el de ella y decidió llamarla para ver como estaba y si se podían encontrar.

Un domingo Juana fue a la casa de Débora. Las dos chicas se reencontraron después de cinco años y hablaron de todo. Débora se seguía viendo sólo con dos chicos: Jorge y Pancho. Justo Con Pancho.

Débora organizó una salida con Jorge y Pancho. Fueron los cuatro a bailar a una fiesta del colegio de Debi. Se encontraron para ir desde la casa de Debi. Cuando vio a Pancho después de tanto tiempo lo encontró verdaderamente hermoso. Lo que más le gustó era que estaba más alto que ella. Lo encontró físicamente hermoso y más hermosa aun su forma de ser. No se dio cuenta bien cómo terminaron bailando toda la noche juntos. Se sentía realmente cómoda con él. Hablaban

como si nunca hubieran dejado de verse; se reían de las mismas cosas, la atracción era interior y no podía explicarse con palabras porque a Juana el corazón le latía más fuerte y le daba la sensación que se le disolvía hasta unirse al de él. Se sentaron en un parlante para descansar y mientras veían los frasquitos de purpurina de Debi, Juani se lastimó la muñeca con el filo del parlante. Pancho la curó y le hacía chistes para que ella no se desanimara. Eran demasiado jóvenes, tenían diecisiete años. Juana se sentía enamorada.

Después del boliche fueron los cuatro a desayunar. Como Juanita no estaba bien abrigada Pancho prefirió morirse de frío y le prestó su buzo hasta que llegara a la puerta del departamento de su padre. Tener puesto el buzo de él fue una de las sensaciones más lindas de su vida porque representaba un gesto de protección y cariño.

Luego de esa salida, Juani se quedó bastante conforme con Pancho. Se mantuvo en contacto con Debi que organizó una reunión en su casa para mirar una película los cuatro juntos. Otra vez volvió a ver a Pancho y a sentir la misma atracción, las ganas de hablar con él, de estar juntos. Pancho era especial, escondía algo en su corazón diferente al común de los chicos que Juanita conocía. Pancho no pareceía ser de esos chicos que buscan usar a las mujeres, de esos otros que no tienen sentimientos, ni de aquellos insensibles. Pancho destilaba sensibilidad, sentimientos, amor. De hecho, Juani se enteró por Debi que el no quiso darle un beso en el boliche porque la consideraba especial como para agotar todo en un arrebato de ese etilo y además porque él no era esa clase de chicos. Pero Juanita era una de esas adolescentes caprichosas que quieren todo pero que en el fondo no saben lo que quieren; que rechazan aquello que la vida les ofrece para ir en búsqueda de aquello que no vale la pena; de esas que quieren estar en todo y no perderse nada, que abarcan mucho y aprietan poco. A Juanita le gustaba un compañero de curso que había sido su novio un mes y la había dejado. Alguien que no era para ella, que no la merecía que la hacía sufrir y que tampoco la quería. Pancho sí la quería y cuánto.

Una noche, Débora la llamó por teléfono y le contó que en los cinco años del secundario Pancho nunca había dejado de pensar en ella, de extrañarla y de quererla. Que algunas veces había ido hasta la puerta de su casa para ver si la veía, que una vez la encontró por la calle y la había seguido. Sólo porque quería verla, sólo porque seguía enamorado de ella. Cuando se enteró, Juanita no lo podía creer. Estaba realmente desconcertada, tomó su diario y escribió:

“Ni me iba a imaginar que después de tantos años (casi cinco) me iba a enterar de algo tan lindo y feo a la vez. Jamás me imaginé todo lo que pudiste haber sufrido por mi. Yo también sufrí, pero después me olvidé de todo lo triste y me quedó nada más que un lindo recuerdo. Aunque me costó mucho lograr esto. Ni pensaba que vos no lo superaste en todos estos años. Se ve que me quisiste de verdad. Yo también, pero como creí que vos ya no me querías, no tuve otra que intentar olvidarte.

Fue muy raro cuando el otro día…”

Pero Juanita era una adolescente de diecisiete años que estaba atravesando la etapa del viaje y la fiesta de egresados, que seguía a un amor imposible y dejó pasar la oportunidad. Era el

cumpleaños de Juani, Debi, Jorge y Pancho iban a ir a visitarla a la casa. Hubo un desencuentro un tanto misterioso en el que Juani sólo conoció el final y jamás la causa. Esa misma noche abrió la puerta de su casa y descubrió un ramo de rosas de parte de Pancho. No entendió qué fue lo que sucedió, por qué las flores estaban allí y ella no había visto a Pancho. Luego se enteró por Debi que él se había ofendido. A ella le dio miedo llamarlo porque no sabía qué decirle. No se volvieron a ver nunca más. Luego se enteró por Débora que Pancho estaba de novio con una compañera de colegio y a causa de eso se distanció de Debi. Juana Terminó el colegio, ingresó a la universidad, siguió siendo amiga de Debi pero nunca más supo nada de Pancho. Juana se puso de novia con el hermano de una amiga, Debi con el chico de sus sueños. Ambas se distanciaron y no volvieron a estar en contacto.

Siete años después, año 2008, luego de su cumpleaños número 26 Juana “se hace un facebook”. Sus amigos la convencieron: “Es una red social en internet donde te contactás con tus amigos, subís fotos, escribís mensajes, algunos se contactan con sus ex compañeros de colegio…”. Y así fue. Una noche recibió un mail de facebook que le decía que Pancho Pul la solicitaba como amiga. Juana no lo podía creer. Pancho Pul! El ex novio de la primaria con el que había tenido aquélla historia tan misteriosa. Todavía con la sonrisa en la cara hizo doble click sobre la solicitud y lo aceptó. Por supuesto entró al perfil de él para ver cómo estaba. Miró algunas fotos, lo notó más flaco, con el pelo distinto pero como vio que tenía novia no siguió mirando y se distrajo con alguna otra ventana de ese nuevo mundo virtual del facebook. Un día le escribió un mensaje pero como el no se lo contestó lo borró y luego él le contestó. Finalmente, Pancho armó un grupo con otros de los chicos que fueron al mismo primario. Cada vez se fueron sumando más. Hasta que organizó una reunión de reencunetro. Juana aceptó la invitación ¿Ver otra vez a Pancho Pul? Después de diez años? ¿Cómo sería?

Una mañana pensó que debía solucionar varios temas inconclusos en su vida. Se dio cuenta de que tenía algunos nudos interiores que debía desatar. Uno era la historia con Pancho Pul. Iban a verse después de tantos años: De qué hablarían? Cómo sería el trato con él? Harían como si nada hubiera ocurrido? Ella quería aclarar las cosas. No quería ir a la reunión con todos lso compañeros y no saber cómo tratarlo. Tampoco quería hacer de cuenta que nada había sucedido. Entonces le escribió un mensaje. Le pidió disculpas si en algún momento ella lo había hecho sentir mal pero que realmente nunca fue su intención ya que siempre lo apreció. También le dijo que nunca había entendido como todo se había terminado cuando eran chicos pero que quería dejar las cosas en claro ya que iban a volverse a ver. Él le respondió que mucho tiempo después de terminar el primario se enteró que las chicas le habían dicho una cosa a él y otra distinta a ella y que en quinto año no se había animado a decirle que tenía ganas de estar con ella. Que en 2001 le había escrito una carta diciéndole más o menos lo que ella en ese momento le escribía pero como no obtuvo respuesta alguna acabó por pensar que ella estaba dolida o enojada con él. Cuando Juana leyó eso último realmente se sorprendió porque ella nunca había recibido esa carta. Realmente lo lamentó mucho. Se hizo muchas preguntas para las cuales no hayó respuesta. Y acabó por entender que en la vida siempre iba a tener muchas preguntas y que para la mayoría de ellas tal vez nunca encontraría respuesta.

Día sábado unas horas antes de la cita. Juana se está por tomar un colectivo se da vuelta y ve sentado en un cantero un chico que tranquilamente podría ser Pancho en la actualidad. Cuando la ve, mira para otro lado. Tiene unos anteojos de sol grandes y está fumando. Ella se queda paralizada, pasa por al lado, casi se choca, y él le pide perdón. Desde arriba del colectivo vuelve a mirarlo. Piensa que es él, pero no está segura. El reencuentro llegó. Sábado, siete de la tarde, puerta del colegio primario. Fueron llegando esas caras que había dejado de ver por catorce años. Hasta que al final apareció Pancho. Juana sintió que de repente retrocedía en el tiempo y que volvía a ser Juanita. Parecía que le iba a estallar el corazón. Pancho estaba más lindo que nunca. No sabía cómo saludarlo. Él la abrazó. Ella se quedó paralizada. Realmente Pancho le encantaba ¿Cómo podía estar sucediéndole eso? Después de tantos años? Y después de tantos años, ella se miraba la muñeca y todavía veía la cicatriz que se hizo aquella noche en la que estaba sentada en el parlante con él. Evidentemente Pancho era un su vida una cicatriz, algo que no podía borrar, algo que la había marcado. Algo que se mira y se recuerda el dolor pero que una vez superado ya no duele. A veces existe el goce en el dolor. El dolor por amor se convierte en goce, pero eso es algo que a Juana le costó entender. Le costó dolor. Sinceramente ese no fue el reencuentro que Juana hubiera soñado. Apenas se subió al auto, Pancho mencionó que vivía con su novia y la llamó “la patrona”. Juana sintió que el corazón se le partía en mil pedazos. No sólo tenía novia, sino que vivía con ella. Sus esperanzas se desmoronaban rápidamente. Esperanza, eso era algo que Juana no había aprendido a custodiar. Una palabra que hasta ahora no aparecía en su diccionario pero que tenía que incorporar. Tomó aire y trató de vivir la reunión lo mejor que pudo. Trató de soportar las evasivas y hasta agresiones de Pancho y peor aún que esté casi toda la noche sin despegarse de Irene. Fueron a bailar y no bailó con ella, sólo con Irene. Ni la miró ni quiso cantar, ni salir a su lado en ninguna foto. La historia se repetía. Qué se suponía que tenía que hacer? Se sintió muy incómoda. En un momento, el saca de su mochila unos anteojos de sol para posar en una foto. Qué parecidos eran a los del chico de la remera verde! Sintió la intriga y le preguntó si él por la tarde tenía una remera verde. La respuesta de Pancho fue un no rotundo. Ante la cual Juana no supo si creerle o dudar.

Se volvió en taxi con él y otro de los chicos. Se sintió mal al lado de él, incómoda. Como si ninguno de los dos supieran como tratarse. Tan sólo por algunos escasos segundos encontraron la forma, de manera tal que la noche acabó en desilución. Aquéllas espectativas voladoras no se habían alcanzado. Lógico, Juana tenía espectativas que escapaban de la realidad y rallaban en lo imaginario.

Al otro día la tristeza la ahogó. Todos sus sueños se esfumaron. Debería decirle que aún sentía algo por él? En qué momento? Para qué? Darse por vencida? Tenía novia. Vivía con ella. Olvidarlo para siempre? Tal vez era lo mejor para no sufrir. En los pocos momentos que conversó con él sintió que él era para ella. Que tenían los mismos gustos, que podrían charlar horas. La apenaba demasiado sentir esa barrera que los separaba. Quizá una barrera de dudas, miedos, prejuicios y de orgullo. Poco a poco comenzó a resignarse y a entender que esa historia ya había terminado. Que había durado sólo el lapso que duró y que nunca más volverían a estar juntos. Aprendió que a veces en la vida es mejor no preguntarse por qué sino tomar lo que viene como es y seguir

adelante. Así lo decidió. Aceptar que no tenía sentido añorar algo que no había podido ser en su momento y que ya nunca volvería a ser. De todos modos se quedó con los buenos recuerdos de la infancia, aquéllos de la adolescencia y los buenos momentos compartidos ahora, en la juventud y temprana vida adulta. Nada le hacía pensar que el volvería a estar con ella ya que los sueños de su corazón no podían opacar la realidad. Él no la buscaba ni ansiaba verla. Tampoco se daba cuenta que sólo se trataba de tratarla bien. Y aquélla historia de la infancia se quemó como un papel cuando se prende fuego, sin dejar cenizas, tal vez una cicatriz en la muñeca pero con el tiempo también desaparecería. A Juana le costó aceptarlo pero ya todo había llegado a su fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario