viernes, 6 de noviembre de 2009

No hay casualidad sino camino

No hay casualidad sino camino

Un congreso de educación física en Pilar. Sonaba tentador. A Rocío le había llegado el mail de invitación para asistir. Primero consultó a un grupo de colegas pero no podían ir. Luego a otros pero tampoco porque asistirán al de Córdoba. Córdoba sonaba mejor pero viajar a Pilar y volver en el día era más sencillo. El tema es que Rocío no quería ir sola. Ninguno de sus conocidos podía asistir y a pesar de tener muchísimas ganas de participar del evento tuvo que contestar el e-mail: “Disculpame, Benjamín pero no voy a poder asistir ya que la mayoría de mis amigos viajan al congreso de Córdoba. Cariños”

Benjamín era uno de los organizadores que le enviaba las comunicaciones y los modos de contratar la combi para el traslado. A los pocos días, Benjamín respondió el mensaje. Le dijo “Venite igual”. Le dijo que muchos iban por su cuenta y luego allá se contactaban con los organizadores y disfrutaban del evento. Que vaya porque iba a ser el único congreso de este tipo en el año. Ella le respondió que haría lo posible pero en su interior estaba resignada. El congreso era el sábado por la mañana. El viernes, en su casa, mientras tipeaba en la computadora le sonó el celular. Era Mariana, una ex compañera de la residencia que no veía hace meses. La llamaba para preguntarle si quería asistir con ella al congreso, que ella iría con dos amigas más. Rocío saltó de alegría en su silla. No podía creerlo. Ya estaba resignada y de repente le cayó del cielo ese llamado. Por supuesto aceptó y quedaron en encontrarse en el punto indicado desde donde saldrían las combis. Cualquier cosa, se hablarían.

Rocío llegó apurada a su casa. Abrió la PC y respondió al último mail de Benjamín, que no había borrado con la esperanza de poder hacer lo que estaba haciendo en ese preciso momento. Le pidió que por favor le reservara un lugar en la combi y una entrada al congreso. Le pidió disculpas por la demora pero sus amigas recién ahora le habían confirmado.

Benjamín le respondió en seguida. Le dijo que no se preocupara y que se quedara tranquila porque había lugar en la combi y también entradas.

Rocío llegó puntual a la plaza Vicente López. Imaginaba encontrarse con una multitud de colegas jóvenes hablando por celular y bordeando un grupo de por lo menos ocho combis. Llegó a la esquina de Juncal y Montevideo y no había nadie. Nadie. Avanzó unos pasos y descubrió un muchacho a quién le preguntó si iba al congreso. Le dijo que no, pero que dónde era porque él estaba esperando a un amigo y podían llegar a ir. Ella le respondió que tendría que haber hecho las reservas y retrocediendo se alejó. Siguió caminando y vio dos combis, se acercó a los choferes y les preguntó si ellos iban al congreso de Pilar. Le respondieron que sí y la invitaron a subir así esperaba sentada. De repente escuchó que saludaban a Benjamín. Ella se lo imaginaba como todos los profesores de educación física que había conocido de una forma similar: grandote, musculoso, con zapatillas y voz ronca. Benjamín resultó ser hermoso. Rubio de ojos verdes, parecido a un actor que a ella le gustaba; encima con camisa celeste de Tomy. Se presentaron y sonrisas de por medio, comenzaron a charlar. Además, resultó ser simpático. Enseguida le presentó a sus amistades con los que Rocío comenzó a charlar. Al poco tiempo, llegaron sus amigas. Se subieron a la combi que les indicaron y emprendieron el viaje. Durante el congreso, Rocío no le dio mucha bolilla. De todos modos, Benjamín estaba trabajando en al organización del evento y cada vez que ella lo miraba de reojo el estaba ocupado. Por lo general, hablando con alguna mujer. Era tan hermoso que todas lo seguían. Él era simpático con todas pero parecía no comprometerse con ninguna. El congreso estuvo fenomenal pero ella no pudo acercarse a Benjamín. Él tampoco lo hizo, pero a Rocío le pareció que él también se sentía atraído por ella, por las actitudes, las miradas. Aunque ninguno de los dos haya hecho nada concreto. Y así transcurrió el evento. Al final Rocío lo vio siempre con la misma mujer. Rocío sospechó podía ser su novia aunque nada pareció indicarlo. Regresaron en combis separadas, al igual que a la ida. Al llegar a su casa se sintió muy enamorada y a pesar de que en el congreso no había podido hablar con él, aprovechó cada una de las ponencias libres y simposios a los que asistió. Tenía su certificado, que fotocopiaría para el próximo concurso así que estaba conforme con lo logrado. Pensó en mandarle un mail de agradecimiento por la organización bien realizada y lo hizo. Él le respondió con entusiasmo y le prometió que la invitaría también al próximo. Ella lo agregó al Messenger para seguir en contacto. Benja la aceptó. A los pocos días chatearon. Por supuesto por iniciativa de Ro. Benjamín no parecía tan entusiasmado con el contacto con ella. Hablando se dieron cuenta que ambos viajarían a Mar del Plata en el fin de semana largo. Él era de allá pero residía en Buenos Aires, donde trabajaba. Los dos asistirían al seminario de especialización del Instituto Superior del Profesorado de Educ. Física "Club Atletico de Quilmes". Se intercambiaron los celulares para encontrarse allá. Además, a los dos les gustaba mucho ir a bailar a Sobremonte y tomar algo en Alem. Como el primer día llovía a cántaros, ella no lo llamó y el pensó lo mismo y por el mismo motivo tampoco la llamó. El domingo, es decir el segundo día, ella le mandó un mensaje de texto al que respondió. Arreglaron la salida para la noche. Se encontrarían el domingo a la noche en Alem a tomar algo y luego irían con él y sus amigos a bailar a Sobremonte. Benjamín se había puesto una chomba verde agua que le hacía juego con los ojos. Al verlo, quedó deslumbrada. Él también quedó deslumbrado; pensó que nunca había visto una mujer más hermosa y que “con esta yo me caso”. En Alem, se sentaron en un bar para hacer “la previa”. Ella tomó Caipirinha, su bebida preferida y él, Fernet, también su predilecta ya que había vivido unos años en Córdoba. De ahí se tomaron un taxi y fueron todos juntos a Sobremonte. En el boliche, primero pasaron música dance y luego disco. Ellos comenzaron a bailar juntos, uno frente al otro y no se soltaron las manos en toda la noche. En un momento él le pidió que la acompañara a la barra a comprar un trago, a dónde fueron también de la mano. Mientras el barman sacudía la coctelera llena de Vodka, azúcar y frutas, él se animó a decirle: “Realmente, Rocío, me parecés hermosa y no quisiera que esta noche quede en la nada. Ella pensó que esa declaración podía ser producto de los efectos del alcohol pero tampoco quería negarse demasiado ya que consideraba que tenía que aprovechar la oportunidad. A lo que respondió “Benjamín, yo…” Él no quiso escuchar como seguía la frase ya que por lo poco que la conocía a Rocío se imaginaba que iba a ser algo complicado. Entonces, se le acercó y le dio un beso. Un beso que ella nunca olvidaría. Un beso que marcó el comienzo de una gran historia de amor.

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